Un viaje al pasado




¡Hola a todos/as!

Hoy quiero hablarles acerca de mi experiencia al viajar al país donde se desarrolla la historia de mi primera novela. Espero que le guste :)


Leer novela histórica y, más aún, escribirla, debe ser lo más parecido que existe a un viaje al pasado. A veces cuesta unos minutos salir del mundo antiguo al que nos lleva el libro que tenemos entre las manos y regresar al tiempo presente. Supongo que esto tiene que ver con la calidad de la escritura y que es bueno que así suceda.
   Cuando viajé a Atenas acababa determinar de escribir El sueño de Agnódice y todavía andaba metida en las representaciones mentales que tenía de esta ciudad. Me había hecho con multitud de mapas antiguos y recreaciones por ordenador que me ayudaron a ponerle forma al lugar de residencia de mi médica favorita.   Párrafo a párrafo, recorrí las calles detrás de los protagonistas como si tuviese una cámara en la mano que siguiera sus pasos.  En mi imaginación, subí las escaleras que ascendían a la acrópolis y contemplé, con el mismo asombro que Agnódice, la inmensa figura de marfil y oro de Atenea Parthenos. Recorrí la Vía Panatenaica y crucé el Dípilon para adentrarme entre las sombras que arrojaban las tumbas del Cementerio del Cerámico.  Pisar el suelo de Atenas y comprobar con mis ojos de escritora todo aquello que hasta ahora solo había podido ver a través de la recreación mental fue, en pocas palabras, fascinante.
Vista de la acrópolis desde la Colina de las Musas.

   La primera noche mi familia y yo salimos a pasear por el centro de la ciudad. Mirábamos aquí y allá, con los ojos enamorados del turista, buscando encontrar en cada esquina un nuevo descubrimiento. Cuando llegamos a las faldas de la acrópolis y pude vislumbrar el Partenón, tuve que detener mis pasos. Necesité unos minutos para asimilar que estaba allí físicamente. Fue muy  emotivo. Me adelanté unos pasos a mi familia, para así poder recomponerme. Puede que parezca algo exagerado, pero sentía como si hubiese estado allí antes y solo ahora se materializara ante mí aquel lugar en el que tantas veces había estado en mi imaginación. Y así con cada lugar significativo que pisamos.
   De este modo, pude medir las distancias (que resultaron ser muy diferentes a como las había calculado), escuchar el idioma (sí, ya sé que ahora hablan un griego muy diferente) y , en definitiva, acumular más datos interesantes. ¡Más que sumar a las dos partes que todavía me quedaban por escribir!
 
Teatro de Dioniso.
Sobra decir que Atenas ha cambiado mucho en los últimos dos mil trescientos años. De aquella magnificencia escultórica y arquitectónica ya no quedan más que los huesos tristemente sostenidos por andamios; sin embrago, a ojos del buen turista, sigue siendo hermosa. Los gloriosos fantasmas de los personajes del pasado reciben a los visitantes y les insuflan un aire de grandeza a cada paso que dan, recordándoles que Atenas no fue una ciudad cualquiera. Así, a medida que transitas por sus calles, los muros derrumbados se van elevando del suelo y regresando a su forma original, retornan las cabezas a las esculturas de sus héroes y heroínas, y hasta crees que te sonríen, orgullosas de lo que fueron y ahora solo tus ojos pueden ver.


Puede que viaje a muchos otros lugares del mundo, pero dudo que algún otro destino me ofrezca más gratificación que la hermosa ciudad de Atenas.

Un saludo a todos/as.

¡Gracias por leerme!





Comparto un video donde se recrea como era la ciudad de Atenas en sus mejores tiempos, por si les interesa.







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