La caída de las comadronas atenienses.

¡Hola a todos/as! 

Hoy me gustaría hablarles acerca del  ascenso y decadencia de la profesión de partera en la Antigua Grecia, concretamente, en Atenas.


La medicina griega se alimentó de los conocimientos egipcios sobre embarazo y parto. En la Atenas Clásica, las comadronas —también llamadas «mamai» (parteras)— gozaban de una elevada dignidad y estaban socialmente muy reconocidas y estrechamente relacionadas con los filósofos de esa época. A elevar a las alturas este oficio e igualar el Arte de la Partería o Mayéutica con la Filosofía puede haber ayudado Sócrates, pues su madre, Phainarité, fue una reputada comadrona. De la analogía que el filósofo sacó de la profesión de su madre con la suya, nombró Mayéutica a su método filosófico. 

Por otro lado, y hablando ya de Medicina, Hipócrates, al que le debemos el que haya iniciado la transición médico/sacerdote — hombre /científico, suprimiendo de la medicina los ritos religiosos, aportó conocimientos de Obstetricia y de Ginecología, aunque muchas de sus hipótesis carecían de base científica.   No obstante, las enseñanzas obstétricas que incorporó en sus escritos eran muy inferiores a las referidas en otros aspectos de la patología, pues carecía de la experiencia que ofrece la observación directa del parto.

En este aspecto, los conocimientos de las parteras atenienses (que, por cierto, obligatoriamente debían haber sido madres y no estar ya en edad de procrear)  eran bastante más elevados que los de muchos médicos, por lo que podían valerse por sí solas a la hora de asistir un parto. Pero no solo se encargaban del momento final del embarazo; además de esto,  realizaban el seguimiento y control de la gestación, recomendaban dietas, ejercicios, anticonceptivos …, ¡incluso arreglaban casamientos! Por si todo esto fuera poco, en aquellos casos en los que fuera necesario o deseo de la paciente,  inducían abortos y, si disponían de conocimientos médicos avanzados, podían realizar operaciones medianamente sencillas.
Pero, debido al machismo imperante en la época (algo de lo que ya he hablado en entradas anteriores), este halagüeño panorama para la mujer cambió drásticamente en el s. III a. C., cuando los médicos ocuparon el puesto de estas profesionales y ellas quedaron relegadas a meras ayudantes/observadoras. La causa no fue otra que el poder e influencia que estas trabajadoras ejercían sobre las esposas de los ciudadanos atenienses. El hecho de que practicaran abortos o recomendaran anticonceptivos comenzó a verse como una ofensa para los varones, quienes llevaron esta causa ante los magistrados. A partir de esa fecha, se les prohibió expresamente por ley ejercer solas la profesión de matrona y acceder a los estudios médicos,  bajo pena de muerte si se atrevían a incumplir estos decretos machistas.  Por tanto,  estudiar Medicina y ejercerla era imposible para una mujer. Como cabría esperar, las más perjudicadas por esta injusta ley fueron las mujeres, ya que, debido al pudor excesivo que decían sentir, no se atrevían a mostrar su desnudez ante los médicos, eligiendo en muchos casos la muerte antes que estar desnudas frente a otro hombre que no fuera su esposo.

¿Qué es lo que ocurre si una niña nace con el intenso deseo de convertirse en médica en esta época? ¿Qué pasa por su cabeza si a este deseo innato se le une, además, la necesidad social? ¿Cómo se las puede ingeniar  para realizar estudios médicos en una de las más prominentes Escuelas de Medicina de la época sin ser castigada por ello? Una peligrosa opción era travestirse de hombre e intentar introducirse en su mundo sin llamar la atención. Así, al menos, parece que lo hizo Agnódice de Atenas


Aprovecho para informar de que, si todo sale como lo esperado, esta semana pondré mi novela en preventa a través de la plataforma Amazon (puede que en Smashwords también, ya iré informando sobre ello en este blog). Si quieren reservarla solo tienen que pinchar en el enlace que pondré por aquí cuando eso suceda. Además, ese día también revelaré la portada del libro, algo en lo que he estado trabajando intensamente estas semanas y que espero que les guste tanto como a mí.

Gracias a todos por leerme y por estar ahí.

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